Plasencia

En las mismas calles en las que nació el grupo musical Extremoduro, se paseó recién casada Juana la Beltraneja desafiando a Isabel la Católica por el trono de España. Antes y ahora PLASENCIA es una ciudad llena de historia y pasión.

En el norte de Extremadura se encuentra esta ciudad señorial en la que pasear es viajar por el tiempo, a veces, con solo unos pasos. Es la distancia que separa su CATEDRAL vieja de la nueva, dos edificios imprescindibles unidos por una nave, pero forjados con dos siglos de diferencia. Del románico al gótico con solo girar la cabeza.

Plasencia invita a buscar y descubrir. Entrar por alguna de sus PUERTAS, como la DEL SOL, estremecerse con su fortaleza medieval o dejarse impresionar por sus casas señoriales, como el PALACIO DE MONROY, la CASA DEL DEAN o la CASA DE LAS ARGOLLAS.

Su PLAZA MAYOR es una parada indispensable. El visitante debe dejarse absorber por los detalles del Ayuntamiento placentino, de estilo renacentista, para sorprenderse cuando encuentre a un personaje peculiar en lo alto de una de sus torres. Se trata del abuelo Mayorga, una figura, icono de la ciudad, que da las horas golpeando con un martillo la campana del Consistorio. No es la única sorpresa de la plaza. Plasencia puede presumir de tener la casa con la fachada más pequeña de España. Merece la pena buscarla entre sus edificios.

Es en el MARTES MAYOR cuando esta plaza se muestra en todo su esplendor convirtiéndose el escenario de un mercado que llena Plasencia con el colorido de las frutas y las verduras del norte de Extremadura, el aroma y la dulzura de la repostería tradicional y la belleza de sus productos artesanos. Precisamente, esa luz y color de Plasencia, así como los particulares ropajes de sus visitantes, fueron capturadas por la particular mirada del maestro Sorolla en su obra “El Mercado”

De la Plaza Mayor salen la CALLE DEL SOL y otras vías peatonales llenas de comercios, bares o restaurantes donde el sonido de los pasos sobre la piedra se mezcla con el rumor de una ciudad llena de vida. La historia deja paso a la cultura, el ocio y la diversión y nadie puede escapar de esta tierra sin degustar su gastronomía porque en Extremadura comer es dejarse cuidar.